Oh Gran Dios, Arquitecto Supremo del Universo, dignaos admitir y bendecir nuestro verbo, y acogernos bajo vuestra divina protección; rogámoste todo poderoso, que estos pretendientes cumplan fiel y religiosamente con los preceptos de la Albañilería, el más antiguo y honrado orden; inspíranos fortaleza y determinación para alejarnos y deshacer todo atentado que pueda corromper nuestro Corazón; y para que jamás escuche a los malvados, que bajo la capa de albañiles, quieren sumergir a nuestro Gremio en anarquía y guerra, tan ajeno todo de tus divinos preceptos, como del deber de un buen Constructor.
Iluminad nuestro entendimiento, y gravad en nuestro Corazón el sagrado juramento que hacemos y la necesidad de cumplir con él en todas sus partes para bien de nuestro pueblo y de todo el género humano; recuérdanos que sin buenas obras no hay felicidad en esta vida, ni salvación en la venidera; y que el buen Constructor no puede ser traidor a su Señor, Ley ni Espíritu. Así os rogamos que os dignéis escucharnos, inspirándonos el modo de seguir el camino recto, trazado desde el principio.
Amén, y amén.
Amén, y amén.
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